martes, junio 06, 2006

Neltume

PETICION PUBLICA

A LOS CUATRO VIENTOS, DESDE EL CORAZÓN DE LAS MONTAÑAS DEL SUR, DESDE EL RECUERDO DE LOS COIHUES Y OTROS SONIDOS VEGETALES...

Somos habitantes de Neltume, de la zona de Panguipulli, y de diversos lugares del mundo; somos familiares y amigos de los once trabajadores y compañeros que vivieron y lucharon en el sector de Remeco, Pasa, Neltume, río Chanchán, Quelhuenco, en el invierno de 1981. También llevamos el recuerdo de todos los que lucharon en estas cordilleras.

Ellos dieron sus vidas luchando contra la dictadura, por recuperar la democracia, por construir un mundo más justo para todos. Algunos cayeron en la cordillera. Otros que salvaron con vida cayeron en Santiago y en Concepción.

Quedan cuatro vivos. Uno de ellos todavía está preso en el Perú.

Hoy nos encontramos realizando una campaña para lograr proteger los sitios asociados la importante historia social, política y económica ocurrida en esta zona cordillerana del Sur.

Por la presente invitamos a suscribir y adherir plenamente, haciéndose parte del sentimiento de la entrevista y de la petición de la mamá del Gastón.

Pedimos que ese campamento y que los lugares donde vivieron, lucharon y cayeron los compañeros:

1. Queden protegidos y no se realice faenas ni derribamiento de árboles ni modificación alguna del terreno.
2. Queden declarados Sitio Histórico, Monumento Nacional, con servidumbre de acceso.
3. Que podamos construir animitas y recordatorias, y realizar romerías en memoria de ellos.
4. Que el Estado Chileno, a través de Bienes Nacionales y otras instituciones del caso, proceda a los trámites correspondientes de incorporación, expropiación y toda diligencia que correspondan a este fin.
5. Lo mismo solicitamos respecto del retén viejo de Neltume, donde los trabajadores fueron a exigir que carabineros cumplan con su juramento de defender el gobierno constitucional.

Solicitamos el apoyo a esta gestión de todas las personas e instituciones:
Alcalde y Concejales de Panguipulli, juntas de vecinos, directivos de la Empresa Neltume-Carranco, Centros Culturales, Gobernación, Intendencia, Parlamentarios, Asociaciones de Derechos Humanos, Escritores y Artistas, Amigas y amigos del exterior,

Finalmente pedimos que cada 100 firmas porfavor enviar a viejocoiwe@gmail.com

Convocan:
Grupo Memoria Neltume
Familiares



Así escribió la mamá de Gastón :


YO TUVE UN HIJO EN LA MONTAÑA

“Voy a contar la historia de mi hijo que está sepultado en Tres Lagunas. Pero partiré por la historia del abuelo”.

“Mi abuelo había trabajado toda su vida haciendo caminos. Pala y picota. El nos decía que quería con los años, con su trabajo, que algún hijo, hija o nieto pueda estudiar, tener un trabajo estable, una vida y una casa decentes. Ojalá una casita propia”.

“Mi padre trabajó 26 años en la fábrica. Mi marido en la montaña. Trabajos duros. Partían de amanecida. Una vez dijo: “Vamos a embarrar esta camisita, socio, pa que algún día alguno de éstos tenga una vida mejor que la mía”.

“Mi hijo quiso lo mismo. Una vida mejor, más justa. Pero él era distinto: el Gastón l quería eso mismo, pero no sólo para él o para los suyos. El quería eso para todos”. Siempre recordaba las últimas palabras del finao presidente Allende, con eso de las anchas alamedas para todos”.

“Por eso sería que se lo llevaron pal golpe. Bien apaleado, torturado y encarcelado. A los dos años de cárcel lo echaron pa fuera. En Holanda estudió, hizo cursos. Terminó con un buen trabajo. Nos mandaba fotos de una bonita casa”.

“No estaba con nosotros, claro, pero estaba bien, y yo me conformaba porque se había cumplido el sueño del abuelo y el de mi viejo en el sindicato”.

“Por eso, yo no entendí nada cuando en 1981 bajaron no sé cuantos soldados de un camión, hicieron pedazos la puerta y nos atrincaron durante días, preguntándonos por el exiliado, por el Gastón. Era invierno, me acuerdo porque había harta nieve en esos días”.

“Ustedes sabrán de él, -les dije yo. ¡¿Qué andan preguntando, si ustedes lo echaron pa fuera!? Miren, aquí tengo una carta suya que me llegó anteayer no más”. “¡Díganos en qué cerro anda metido su hijo con los otros ésos!”, que me decían. “Ustedes me andan bromeando para puro molestar, asustar o sonsacar quizás qué cosas que una les invente. ¡Qué va andar tonteando acá el Gastón! Mi hijo no es tonto, si allá está bien y tiene de todo. No como nosotros que seguimos con la pobreza pegada al cuerpo”. Yo nunca pensé que mi hijo estaría arrancando de 2000 milicos en ese mismo momento, a un par de horas de mi casa. Yo lo hacía en Europa tan tranquilo”.

“Desde ese día anduvieron como lobos en el pueblo. Durante dos meses. En Septiembre nos vinieron a buscar a varias señoras. Nos llevaron a Valdivia. A la morgue. Ahí estaba mi Gastón: flaaco, flaco. Y sucio y barbón, con 4 balazos en el cuerpo y uno en el muslo. Allí estaba el hijo de la vecina: lleno de machucones y con los dientes quebrados. No tenía ni un balazo. Había varios más, que la mayoría eran de acá, que habían sido obreros del Complejo Maderero. Había varios otros que no yo los conocía. En total unos ocho cuerpos, sin contar al Ojeda, que ése lo mataron en diciembre en Quebrada Honda. Después supe que son once los muertos en total”.

“Se veían tan pobres, tan flacos. Tanta miseria y padecimiento. Pero tan tranquilos sus rostros. Parecían hermanos. Hermanitos en esa muerte que todavía retumba en las altas rocas”.

“En ese tiempo, no entendí porqué había vuelto. A guerrillar. A buscar la muerte sería… Mi Gastón. Mi chiquillo. Si allá tenía de todo. Y estaba tan bien”.

“Fíjese si estas cordilleras serán mágicas, que al año después de muerto ¡Todavía me llegaban cartas del finaol”.

“Recién este año fui al lugar donde los pillaron en la montaña. Allá por Remeco, lago Chanchán. Se veía el lugar de la fogata, la cocina donde comían, el lugar donde dormían en sus carpas, unos palos parados como para hacer una rancha. También vi unos restos de plástico, de ropas, tarros viejos, tapas de ollas como con balazos. Todo allí, como si fueran a volver esa misma tarde.”.

“Y el monte está igualito. Tremendos abuelos coihues, así de grandes. Pensar que ésos habrán escuchado las tallas y risas de mi chiquillo. Ahí estaba ese coihue desde donde les dispararon. Algunos trabajadores que han ido dicen que en las noches se oyen risas y tallas. Y a veces cantar. De esas canciones que se cantaban antes. Y ningún obrero ha querido nunca voltear ni un palo en ese lugar. Como que los dejan pa que cuiden el sueño de los cabros. Y los sueños del abuelo, de los viejos del 45, de los del 73…”.

“Yo siempre he pensado: “Cómo no podremos siquiera construir una animita en recuerdo de ellos. Ir a poner unas flores y unas velas de vez en cuando. ¿Cómo irán a descansar tranquilos esos muchachos? Si no hay donde prenderles una velita siquiera. Será por eso que en las noches suelo despertar suspirando”.

“Construir una animita. Y que los árboles sigan ahí. Acompañándolos. Hasta que se caigan de viejos y crezcan otros nuevos”.

Neltume, 23 de marzo de 2006